Queridos amigiutos: dedicaré hoy esta columna a mostrarles, aunque más no sea un pequeño fragmento de lo que fue la vida del Dr. Ricardo Vaporeso, prócer de la nación argentina. Creánme que esto es sólo una punta del gran iceberg llamado Vaporeso.
Pero de aquí y en sucesivas entregas, podrán sacar todo el provecho que queráis, buscando entre tanta humanidad, otro poco de terneza.
Digo otro poco, para apuntarlas las efímeras ideas que hacen bien a las gentes, en contraposición a la vorágine moderno.tecnológica que todo lo amaina, lo acua, lo diluye, lo enerva, lo asexua, lo castra, mata de raíz la suavidad, los olores puros, los rulos de las mujeres... que un día no tendrán caderas y se harán polleras tubo con la piel de un salamín.
No seas más papista que el Papa, a menos que seas Karol Wojtyla, dice Vaporeso.
De cómo fue alumbrado Don Ricardo Vaporeso. Nacido para solaz y esparcimiento de sus padres, en una familia muy pobre del barrio de Bernal. Famosa ya es la confusión que se genera alrededor del lugar de nacimiento del niño Ricardo, dado que si bien la mayoría de sus biógrafos ubican su primer llanto en Bernal, el mismo Vaporeso durante uno de sus escritos, menciona como al pasar su nacimiento en Lobos, como el general.
Nada resulta extraño en todo esto: en aquellos tiempos de absoluta pacatería, los contemporáneos se ocultaban entre sí, los datos de su natalicio. La primera maestra del niño Ricardo le quebró el dedo meñique de la mano derecha por hacerle volcar el triciclo donde iba con otro compañero, que era el médico Florencio Escardó (quien permanecía agarrado de la parte de atrás del rudimentario vehículo). Vaporeso vuelca el triciclo y se incendia.
Vaporeso se salva, pero rompe el dedo meñique a la altura de la falangeta, entre Pringles y Córdoba.
Abelina Raquel de Taurich, viuda de Popone, fue su primera maestra de catequesis, que lo catequizó bien catequizado.
Porque, para catequizar, los Popone eran de una familia bien catequista. El creía en todo: creía en la hostia, creía en el cáliz, creía en la sotana, creía, creía, creía, creía... Hasta que un día dijo:"¿Por qué?"Ahí nomás, enfrentado a esa duda, se tomó un barco, el Principesca Roberta Perfumo, que luego chocara contra un león en el Atlántico Oeste, se prendiera fuego y se hundiera.
El se salva.
Obtuvo una rosca de salvavidas sacándosela a un niño con una frase en latín: "Nec tous niñote largum rosca salvat ego". Entonces, el niño al ver que se enfrentaba a un grandote le dijo: "Está bien".
Vaporeso toma el salvavidas, lo pisa, se tira al agua y se salva.
De las expediciones que realizara y la ayuda que prestara durante sus viajes.En uno de sus viajes por Africa, el Dr. Ricardo Vaporeso, se tiñe el pelo en un arranque de furia mística y es expulsado de la Universidad Kennedy (aún antes de que el mismo Kennedy existiera). Sin importarle nada, se dedica junto a unos nativos a fabricar una especie de fugazzeta que los mismos usaban para acompañar las comidas.
En el diario que llevara durante su misión, escribe hacia la noche, ya desolado: "Hoy ha sido un día de locos, querido diario, ya que los indios no pararon de cantar un minuto, no pararon".Tiempo después, encontrándose en misión investigando una posibilidad de hallar una vacuna contra la polio, en una tarde de húmedo calor en la selva, se topó con Sr Archibald Winsonston Hiley, cerca del río Fanta (en lo que sería la actual provincia del Zaire).
El hombre está por cierto desolado, y apoyado en una piedra, lloraba como una magdalena. Primero pensó que podría haber sido atacado ya sexualmente por un indio que pasaba por ahí, ya sea por algún cazador furtivo.
Pero en realidad, al abordar al pobre Sir Archivald que lloraba descosoladamente, supo lo que le había sucedido: estaba en territorio de un león mocho que se había comodio a todos los hindúes que él trajo para trabajar en la colocación de vías ferroviarias, para que pase el tren.Utilizando su sabiduría un tanto criolla, Vaporeso investiga las caracerísticas del león: vago, mal entretenido, picado de viruela, andaba por ahí con una guitarra tocando, hasta que no le salía nada.
Pero el sueco Linneo explica que los leones carecen de las bondades musicales de la guitarra y Darwin acentúa que el rasguido es imposible por la pezuña del animal. Refutada entonces la posibilidad de que el león sea un gaucho, Vaporeso analiza estas hipótesis:
a) que el león tuviera hambre;
b) que los hindúes mismos lo hubieran inducido a cometer semejante tropelía;
c) que las canciones de los indios, al ser monocordes, le hayan hinchado las pelotas y el felino no hubiera soportado la necesidad de acallar, aquietar o matar a los mismísimos para que nunca más repitieran el cántico:"Bembe, mogongo, mambete,cocomo, pamba, gabamba,tata, cotota petete"
Los aborígenes cantaban sólo esa parte, pero de manera continua y reiterada.
Al pedir la traducciónd e la mencionada letra, Sir Archivald me dijo que era imposible, porque las mismas están en arameo y que él, de arameo, no entendía nada y que no se iba a poner a entender a esos "hindúes de mierda".
Y que prefería que los comieran antes de entender en arameo que, en realidad, no sirve para un carjo.Hasta aquí la primera entrega de Vaporeso: fíjense amiguitos como Sir Archivald se desentiende rápidamente de sus pobles esclavos.
Y no así el Dr. Vaporeso, que escribe su investigación titulada "De un león que se comió ciento setenta y nueve hindúes".
Lo edita y se las chanta a todos.
Rezonozcamos gloria, pues, al mártir liberador que, dándole la esspalda a la pacatería, se dedicó a dejar registro de la desaparición de los hindúes que poco conocía.
UN ABRAZON,
de Casero.
2/6/08
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